La gestión patrimonial en las Empresas Familiares

Si bien es sabido, conviene recordar que una familia empresaria se mantiene unida en el tiempo, en tanto en cuanto sea capaz de crear riqueza para sus socios familiares. Riqueza que debería gestionarse aunando inteligentemente en proyectos comunes su inevitable diversidad de intereses. En otras palabras, todas las familias empresarias saben que tendrán futuro como tales, si en ese futuro se da respuesta de manera compartida al menos a una parte de sus diversos intereses.

Todos los asesores familiares lo sabemos y las empresas familiares también, que, a partir de la 2ª generación, más pronto que tarde surge la implacable pregunta del millón ¿Qué beneficio saco yo y mi rama familiar perteneciendo a la empresa? La presencia reiterada de esta pregunta en las expresiones de sus socios familiares, suele ser indicio de desmotivación por la empresa y, por lo tanto, mayores son los riesgos de fragmentación de la familia empresaria.

Hay que decirlo con sinceridad y rotundidad, la empresa familiar está para dar respuesta a las necesidades e intereses de sus familiares, sean estos intereses de tipo profesional y/o económico ello ha de estar claro en todo momento para sus gobernantes. Los familiares, generalmente más exigentes y comprometidos con la misma, si la empresa familiar no les hace más ricos profesional y económicamente, son los primeros en exponerlo y si no ven el horizonte claro, suelen ser también los primeros en irse. Y todos sabemos que cuando una empresa familiar se convierte en un “aparcamiento de incapaces” tiene los días contados.

Es importante pues, que todo familiar tenga claro el principio empresarial de que la empresa está para generar riqueza (humana, profesional y económica). Por supuesto que la empresa familiar puede y debe generar riqueza profesional y económica vía salarios a los familiares que trabajan en ella, pero no debe olvidar también de generar riqueza al resto de los familiares que de manera accionarial tienen invertida en ella parte de su capital. Cierto que no es fácil, pero cuando ello se logra, dicha empresa familiar genera mayor cohesión interna y son percibidas desde el exterior como más estables, más sólidas y productivas que el resto.

Ahora bien, la consecución de dichos beneficios obliga a la empresa familiar a definir normas financieras eficaces y coherentes con el reparto de beneficios que la empresa genera. Y ha de hacerlo de manera tal que dé respuesta de forma equilibrada a las necesidades de la empresa, de los accionistas y por supuesto también a los Altos directivos de la empresa como generadores que son de la consecución de dichos beneficios (esto último frecuentemente olvidado y como consecuencia, generador de conflictos intrafamiliares; pero ya hablaremos de ello en otra ocasión). Olvidar reflexionar sobre estas cuestiones y negociar acuerdos al respecto de todo ello, es suicida para las empresas familiares.

Fernando Nogales