Los consejeros externos en las Empresas Familiares

Todos sabemos que con el crecimiento de la empresa familiar su profesionalización inevitablemente pasará por la implantación y profesionalización de su Consejo de Administración. Y la profesionalización de este Órgano de Gobierno en algún momento exige para ello la incorporación de consejeros externos.

Llegado este momento, en las empresas familiares surge de manera persistente la pregunta: ¿Nuestro consejero externo ha de tener el mismo perfil que si la empresa fuese no-familiar? Por mi experiencia la respuesta es taxativa: “no es suficiente”. Un consejero externo en un Consejo de Administración de una empresa familiar que no entienda las dinámicas familiares que flotan por encima de dicho Consejo, difícilmente sus proposiciones serán entendidas y materializadas de manera exitosa. Negar o “pasar por alto” que en las importantes decisiones se entrecruzan intereses de empresa, familiares y afectivos, e intentar implantar dichas decisiones como si tales realidades no existieran suele ser un craso error.
Ello no quiere decir en modo alguno que teniendo en cuenta esa “realidad familiar” el consejero externo no deba defender su postura si cree que es beneficiosa para el conjunto de la empresa familiar; lo que no debe de olvidar es su análisis en el proceso de producir su propuesta.
Un consejero externo en una empresa familiar no es solamente un “consejero independiente” al modo de una empresa no-familiar. Es decir, en sus propuestas no tiene en cuenta solo lo mejor para la empresa en su competencia en el mercado, sino lo mejor para la continuidad intergeneracional de esa empresa en manos de esa familia. Y ello implica poner el foco del análisis no solo en lo que se cree que sería mejor para la empresa, sino en lo que sería mejor para la empresa a partir del diagnóstico de lo que sería mejor para la familia empresaria, que es distinto.
Dicho de otro modo, si bien es cierto que todo componente de un Consejo de Administración se le ha de exigir ser un muy buen “analista” de la realidad de la empresa y del mercado en el que opera, cuando hablamos de ese mismo consejero en una empresa familiar, esa capacidad de análisis debe ser extensiva también al ámbito de la familia. De no tenerla, el consejero externo se “quemará” y la familia, como tal familia empresaria, tampoco se profesionalizará.

Les invito al respecto a leer este magnífico artículo que ha llegado a mis manos: